El Retiro

EL RETIRO
2004
Artículo publicado en Sky Magazine
Manuel Velasco

Hoy como ayer, allá por el siglo XVII, el Parque del Retiro (nombre popular), Parque de Madrid (nombre oficial) o Real Sitio del Buen Retiro (nombre histórico) sigue teniendo el mismo uso que cuando se construyó, aunque los destinatarios de su disfrute no sean ya el mismo tipo de gente que antaño; edificado por el Conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, para que el rey y su corte tuviesen un lugar de esparcimiento sin necesitar salir de la capital, ahora son los madrileños de a pie, y cualquier forastero que llegue a la ciudad, quienes pueden disfrutar de una agradable jornada en este parque, del que es un tópico obligado denominarlo como el auténtico corazón verde de Madrid.

En el siglo XVI, la zona que actualmente ocupa era un bosque utilizado como campo de caza por Felipe II. Un siglo más tarde, su nieto Felipe IV inauguraba los jardines en una espectacular fiesta con música y fuegos artificiales en el estanque. Otro siglo más tarde, Carlos III abría las dependencias al público. Finalmente, en 1868, dejaba de ser patrimonio real para pertenecer al pueblo de Madrid.

A través de los años transcurridos desde sus inicios, el parque ha ido sufriendo distintos cambios que lo han transformado estructuralmente, sobre todo en tiempos de la invasión de Napoleon, cuando las tropas francesas se aposentaron en él, dejándolo prácticamente arrasado después de talar multitud de arboles y destruir bastantes edificios, como el teatro, el coso taurino, varias ermitas o la Real Fabrica de Porcelana. Tiempo después, la construcción de la calle Alfonso XIII separó al parque definitivamente de edificios tan ligados a su historia como la actual iglesia de los Jerónimos (auténtico origen del Retiro, al recibir este nombre los aposentos anexos al antiguo convento donde los monarcas se retiraban en tiempos de luto o similares). También quedaron apartados lugares tan representativos del Madrid contemporáneo como el Jardín Botánico, el museo del Prado y las estatuas de Neptuno y Cibeles.

Cualquier día de la semana puede ser bueno, aunque son las mañanas de los domingos y festivos cuando el barullo y el colorido de gentes y actividades aportan el ambiente más festivo y especial; sobre todo en el área del estanque y sus paseos laterales. En esa zona se reúne la mayor concentración humana de todo el parque: Plácidos remeros ejercitan sus brazos en las barcas de alquiler, bajo la ociosa mirada de quienes descansan en las escalinatas del monumento a Alfonso XII, que en los días resplandecientes se llenan de gente que lee, charla, toma el sol o se da un respiro al lado de sus mochilas. Y el paseo frontal, con todo tipo de artistas, de mayor o menor nivel, apretados en el largo escaparate y expuestos a la posible generosidad de los miles de espectadores que deambulan frente a ellos a cambio de entretenerlos con música, guiñol, pintura en el suelo o malabarismos varios. Y los echadores de cartas y videntes, tan socorridos en tiempos inciertos, unidos gremialmente en la esquina cercana a la plaza de Nicaragua, siempre dispuestos al augurio por un módico precio. Y entre unos y otros, los inmigrantes de diversos orígenes intentando la dura supervivencia vendiendo los abalorios que estén de moda en esa temporada. De aquí han salido artistas hoy conocidos del gran público tras su salto a la televisión, como los cómicos Pedro Reyes o Faemino y Cansado.

Pero no todo son multitudes ni tumultos. Quienes deseen tranquilidad pueden entrar por cualquiera de las quince puertas que circundan el parque y pasear durante horas siguiendo un rumbo fijo o al buen tuntún, atravesando jardines, choperas, rosaledas o puentes de troncos; y sentarse plácidamente bajo robles, eucaliptos o abetos. Los más expertos sabrán diferenciar algunos árboles de nombres algo esotéricos para un profano, como el libocedro, el aligustre o la esterculea.

Actualmente, hay algunos lugares del parque de paso obligado para cualquier curioso: El Parterre con el árbol más antiguo: un ciprés calvo, traído por Hernán Cortés desde Méjico, que parece un inmenso pulpo sobre el viejo tronco protegido entre rejas. La Glorieta del Angel Caído, posiblemente el único monumento público del mundo occidental dedicado al diablo, aunque, eso sí, en el momento de su condena. El Palacio de Cristal, construido a finales del siglo XIX, cuando se pusieron de moda en Europa este tipo de edificios tras el éxito del Crystal Palace de la Exposición de Londres, y que fue en su origen un invernadero para plantas tropicales. Los jardines de Cecilio Rodriguez y la antigua Casa de Fieras, que para muchas parejas suele ser el fondo de sus fotos de recién casados. La plaza de la Sardana, símbolo de solidaridad como pocos entre dos ciudades tradicionalmente rivales, donde se reúnen los catalanes para bailar su más entrañable danza. El espectacular monumento a Alfonso XII, presidiendo el estanque artificial, en el que colaboraron los mejores escultores de la época (1922).

Los amantes del arte y la cultura dispone de cuatro salas de exposiciones: El Palacio de Cristal, el Palacio de Velázquez, la Casa de Vacas y la Montaña Artificial. También están los concursos de pintura rápida, donde pintores más o menos aficionados se esparcen por los diversos lugares para plasmar en sólo algunas horas su rincón favorito del parque y optar a alguno de los premios. Sin olvidar el Salón del Libro Infantil o la popular Feria del Libro, aumentando cada año de extensión y número de ventas.

A los deportistas no les falta un espacio vallado y acondicionado para fútbol y baloncesto, donde el mayor problema que tienen los equipos de aficionados es encontrar alguna hora libre. Claro que se puede jugar de una forma más espontánea justo al otro lado de la valla. También hay otras zonas señalizadas para correr, patinar o ir en bicicleta.

Y, en el lado opuesto, no faltan quienes se pasan horas tumbados en la hierba, seguramente tratando de no pensar en el terrible lunes que les espera a la vuelta de la esquina.

©Manuel Velasco
artículo publicado en Sky Magazine / 2004

English traslation


From its very beginning in the XVII century, the Retiro Park (popular name) or Park of Madrid (official name) or Royal Land of the Buen Retiro (Historic name) has still maintained the same utility as when it was constructed even through, for a different kind of people from those who enjoy it now. Built by the Count-Duque of Olivares -a favourite to Felipe IV- for the king and his court as an entertaining field inside the capital, it is now the common madrilenian citizens or the just arrived foreigner that can enjoy a pleasant day in the park, commonly referred to as the real green heart of Madrid.

During the XVI century, the land now occupied by the park was a forest used by Felipe II as a hunting field. A century later, his grandson, Felipe IV, inaugurated this gardens with a magnificent feast whit music and fireworks in the pond. Another century later, Carlos III opened the land to the public. Finally, in 1868 having so far been a crown property, it became a common land for the people of Madrid.

In all these years, the park has endured different changes in its basic structure, specially during the days of the Napoleon invasion when the french troops, there installed, completely devastated it, taking down many trees and destroying many of its buildings as the theatre, the bull ring, several chapels and the factory of china. Some time after, the construction of the Alfonso XII avenue detached the park from buildings that where so much linked to its history as the present church of the Jeronimos (the very original place of the Retiro as this was the name of some dependencies attached to the old convent where the kings would retire to in times of mourning). In the same way, such remarkable places in contemporary Madrid as the Botanic Gardens, the Prado Museum or the Neptun and Cibeles fountains were severed from it.

Any day is a good day to be spent there but specially sunday mornings and other festivities when the uprorad of the people and colourful image of different activities compose a special atmosphere of celebration; mainly in the pond area and collateral walks. In this zone you will find the most important crowd gathered in the whole park: placid oarsmen exercise their arms on boats for rent, under the idle glance of those that take a rest over the steps of the Alfonso XII monument that, in sunny days, appears full of people reading, sun bathing or playing music.

In the main walk, all sort of street artists crammed along a very stage, exposed to the possibly generous of thousand of people that move around them listening to their music and watching their puppet theatre, floor paintings or assorted juggling. Or the fortunetellers and diviners, so sougth after in uncertainty times, gathered as in a guild round corner and always prepared to prophecy in exchange for some of money. And among them all, immigrants whit different origins trying to survive by selling the casual fashionable beadworks.

But the crowd and the uproar are not everything. Those who desire tranquility may find it by entering the park through any of its fifteen gates and walking for ours going through gardens, poplar groves, rose beds or log bridges, to sit down undisturbed under oaks, gum trees or firs.

Presently, we have some curious places that should be visited within the park: the Parterre with the most ancient tree: a Bald Cypress, brought from Mexico, which resembles a huge octopus over the old trunk protected by bars. The square of the Fallen Angel, possibly the only public monument in the western world dedicated to the devil, though, that is true, representing the moment of his fall.

The Palacio de Cristal, built at the end of the nineteenth century, when all around Europe this type of buildings following the model of the successful Crystal Palace of London Exhibition became fashionable, and originally used as a tropical garden. The Cecilio Rodriguez Gardens is for many couples the green background in their just-married picture. And the Alfonso XII monument, presiding the artificial pond, made with the cooperation of the best spanish sculptors of 1922.

The park have four exhibition halls: the Palacio de Cristal (Crystal Palace), the Velazquez Palace, the Casa de Vacas (House of Cows) and the Montaña Artificial (Artificial Mountain). And also the ^quick painting contest, in which amateurs painters scattered all over the park try to represent, in just a few hours, their favourite corner in the park. And the very popular Book Fair, growing each year in size, visitors and sales.

For the sportmen, there is a permanent enclose space prepared for playing football and basketball. There are also distinct zones for joggins, roller skating or cycling.

And, in the end of our sunday morning walk, we can always find those that spend hours laying on the grass, certainly trying not to think about the terrible monday waiting for them just round the corner.

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