La Capilla de Rosslyn

LA CAPILLA DE ROSSLYN
(ESCOCIA)

Manuel Velasco

Artículo publicado en la sección
Lugares de poder 
de la revista Año Cero

Nota: este artículo fue escrito antes de que este lugar se pusiese de moda a través del libro El Código Da Vinci.

Situada cerca de Edimburgo, esta capilla es una pequeña parte de lo que podría haber sido un gran edificio. Pero sus cuatro paredes son una especie de libro pétreo donde se guarda el recuerdo de algunos de los más interesantes momentos en la transmisión de las antiguas tradiciones secretas, habiendo sido el depósito de los manuscritos y objetos que los templarios rescatasen de las ruinas del templo de Salomón.

Fue construida por Sir William Sinclair, tercer y último de los Sinclair que tuvieron el título de Príncipe de las Orcadas. Era descendiente de los caballeros normandos (el apellido original es Saint Clair) que acompañaron a Guillermo el Conquistador desde Normandía a Inglaterra; por lo tanto, esta dinastía tenía sangre vikinga, dándose la curiosidad de que las islas Orcadas que gobernaron durante tres generaciones fueron el último baluarte de los vikingos en las islas británicas.

La construcción de Rosslyn comenzó en 1446 (21 de septiembre, día de San Mateo) y terminó cuando Oliver, hijo del William, puso el techo, quedando abandonados definitivamente los planes originales, que el propio William, Gran Maestro Masón, dibujó sobre madera de pino. En realidad sólo es el coro de un templo cruciforme con una torre en el centro. Su estructura debería haber sido similar a las del templo salomónico, siguiendo la llamada proporción sagrada, y sería cinco veces más grande que la capilla actual. Para su construcción se trajeron albañiles de toda Europa, para los cuales hubo que construirse a su vez un poblado.

Bajo sus bóvedas permanecen los restos del propio fundador y otras personas de su linaje, incluyendo a sus propios predecesores, como otro William, que dos siglos antes llegó a ser Gran Prior de los Templarios, o Henry, que fue el primero en ostentar el título de Príncipe de las Orcadas. De este Sinclair se cuenta que mandó construir una flota de doce barcos que llegaron a lo que hoy llamamos América (sin duda en las islas Orcadas se mantenía la tradición de la llegada a Vinland por parte de Leif Eriksson). El príncipe Henry pasó allí el invierno, conviviendo con los indios micmac en la tierra que un siglo más tarde recibiría justamente el nombre de Nova Scotia. De allí trajo plantas desconocidas por aquellos tiempos en Europa, que quedaron reflejadas en los relieves de la capilla.

El rey escocés Robert the Bruce protegió a los templarios después de que estos fuesen condenados y perseguidos por casi toda Europa. Allí se transformaron en la Orden de San Andrés del Cardo. Al morir ese rey, las familias Sinclair y Douglas (ambas estuvieron estrechamente unidas) quisieron mostrarle su agradecimiento por la protección que dio a los templarios llevando su corazón a Jersusalem, para depositarlo en la Capilla del Sagrado Sepulcro, pero antes hicieron una peregrinación a Santiago. Al ver la situación que tenía la Península Ibérica en aquellos tiempos, lucharon contra los moros en la batalla de Teba, donde lanzaron contra ellos la cajita de plata que contenía el corazón del rey (a partir de entonces se hizo famoso el término brave heart, corazón bravo, que ahora conocemos asociado a William Wallace, otro personaje escocés contemporáneo). A pesar de todo, sólo sobrevivieron cuatro de los caballeros escoceses, que decidieron regresar a su tierra. En la capilla hay una figura con un ángel que sostiene el corazón del rey.

Es de destacar la anécdota de la Columna del Aprendiz, una de las tres que hay tras el altar. Se dice que William Sinclair tenía un dibujo de cómo debía ser ese pilar, pero era tan complicado que el maestro albañil no sabía cómo realizarlo. Así, mientras el maestro se fue a Roma para completar su preparación, uno de sus discípulos, siguiendo un sueño, se puso manos a la obra hasta completar el complicado pilar. Al volver de Roma, al maestro albañil le entró un ataque de cólera y celos profesionales, golpeando a su aprendiz y causándole la muerte (y la mismo tiempo la suya, ya que fue condenado a la horca). Las cabezas del maestro, del aprendiz y de su madre se encuentran esculpidas en diversos lugares del muro oeste, bajo el órgano. Algunos autores piensan que esta leyenda bien podría haber sido la forma de enmascarar la muerte de un neófito en un ritual de iniciación e incluso que tal “aprendiz” fuera realmente alguien que observó alguna ceremonia secreta, por lo cual tuvo que ser matado. La cuestionable notoriedad de su madre, ¿podría tener el significado de que el joven era un Hijo de Viuda, que era como se llamaba antiguamente a los iniciados? Es también curioso que su cabeza no está frente a su columna, sino frente a la que construyó su maestro y asesino.

El Pilar del Aprendiz (que así se llamó desde entonces) es una representación del árbol de la vida y en su base hay unos dragones de cuyas bocas surgen (o entran) unas parras que se extienden en espiral a lo largo de la columna. Algunos encuentran aquí un vínculo con la mitología nórdica (recordemos que los Sinclair tenían sangre vikinga), según la cual un dragón roe las raíces del Yggdrasil, el gran árbol que sostiene el universo.

Al lado de este pilar se encuentran las escaleras que bajan a la cripta, con los escalones desgastados por miles de peregrinos que allí acudieron en los años que la capilla estuvo en uso. Las distintas estancias de este lugar, además de acoger los restos mortales de algunos personajes relevantes, fue usada como cámara del tesoro, donde podría haber desde arcones con oro y joyas hasta santas reliquias o gran parte de los que templarios rescataron de las ruinas del templo de Salomón. También fue vivienda de un anacoreta y refugio de leprosos. Ahora hay dos sepulcros de piedra, uno de un templario del siglo XIII y otro de un cofrade del siglo XVII. Y sería muy interesante saber qué hay bajo el suelo… Ciertas crónicas cuentan que allí estuvo en Arca de la Alianza, la Piedra del Destino, los primeros manuscritos de las Escrituras y hasta la cabeza momificada de Cristo (o de alguien a quien llamaban así).

Un elemento curioso es la infinidad de cabezas del llamado “Hombre Verde” o Señor del Bosque, representación pagana de la fertilidad y del mundo natural, cuya leyenda se humanizaría en la figura de Robin Hood. Las aventuras de este personaje se hicieron famosas en Escocia en el siglo XV y XVI gracias a que eran escenificadas por los gitanos de pueblo en pueblo. Y la familia Sinclair los acogía entre mayo y junio, alojándolos en dos torres de su castillo, que justamente recibían los nombres de Robin Hood y Little John. Y aquellos eran tiempos en que los gitanos eran perseguidos por casi toda Inglaterra.

En los techos hay franjas con estrellas de cinco puntas, lilas y rosas, que podrían pertenecer a la simbología de la diosa Isthar y su hijo resucitado Tammuz. Al parecer también hubo en el altar una virgen negra. No faltan escenas y personajes bíblicos y simbología asociada a la masonería y a los templarios. En los muros, los maestros albañiles dejaron grabadas marcas similares a las que hay en tantos edificios religiosos medievales; incluso sus rostros aparecen en varios lugares de la capilla. También está el escudo de armas de la propia familia Sinclair y ángeles tocando diversos instrumentos musicales, incluida la primera gaita escocesa plasmada en piedra. Igualmente, hay una Danza Macabra, anterior a las más célebres de la Torre de Londres o del Cementerio de los Inocentes de París. También está tallada la figura del propio William Sinclair, con una espada en la mano. Y con él hay algunas conchas, símbolo asociado a Santiago de Compostela, cosa que no es de extrañar, ya que Sir William fue también caballero de la Orden de Santiago. Se cuenta que muchos peregrinos escoceses, al volver de Santiago, depositaban en Rosslyn sus conchas.

artículo relacionado: Robert the Bruce, el corazón de Escocia en España

artículo publicado en la revista Año Cero
© Manuel Velasco

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